En pleno enero de 2003, el Moncayo se transformó en el escenario de una experiencia única durante la excursión del CETV. Esta imagen, capturada en lo alto de la montaña, nos invita a adentrarnos en un paisaje invernal donde la pureza de la nieve contrasta de manera sublime con el azul despejado del cielo.

Sobre un manto blanco, la cruz de metal, testigo silencioso de la historia y de la fe de quienes han transitado estas alturas, se yergue casi tímida, con su estructura enmarcada por la nieve. A su lado, un bloque de piedra, parcialmente cubierto por ese mismo manto invernal, parece custodiar recuerdos de tiempos pasados, fusionando la presencia humana con la majestuosidad natural que caracteriza al Moncayo.

Esta fotografía no solo documenta un viaje, sino que captura la esencia de un encuentro íntimo con la naturaleza: el frío intenso, la calma majestuosa y la sensación de pequeñez ante la inmensidad del paisaje. Cada elemento, desde la estructura metálica hasta la solitaria piedra, narra una historia de perseverancia y de respeto por la tradición y el entorno natural.

Sumérgete en este instante congelado en el tiempo, donde el espíritu aventurero del CETV se une al poder evocador del invierno en el Moncayo, recordándonos que, aun en la inmensidad del paisaje, cada detalle tiene el poder de contar una historia inolvidable

2003-01-03-Moncayo

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