El verano del 2004 en Pumarin, León, fue una auténtica experiencia que quedó inmortalizada en estas fotografías. Cada imagen nos transporta a los rincones mágicos del Bierzo y nos cuenta una historia única sobre la conexión entre la naturaleza, la tranquilidad y la creatividad.
Entre las fotos, destaca un rebaño de vacas que pacían serenamente en los campos, un símbolo de la vida rural que tanto caracteriza la región. Los erizos verdes de las castañas, con su textura peculiar y su promesa de fruto, capturan la esencia de la naturaleza que rodea Pumarin. Y las dos puestas de sol, especialmente la que brilla con tonos anaranjados intensos, reflejan la belleza de los momentos de quietud y reflexión al final del día.





Entre esas fotografías también encontramos un momento especial: los utensilios de pintura, en este caso rodillos que se usaron para pintar las paredes de la casa de mi abuela. Este gesto, lejos de ser solo una tarea cotidiana, se convierte en un símbolo de cuidado y conexión familiar, una forma de devolverle un poco de amor a aquel hogar que siempre nos ha acogido con tanto cariño.
Cada imagen encapsula la esencia de un verano lleno de naturaleza, tradición y momentos compartidos. Son recuerdos que hablan de la tranquilidad del Bierzo y del vínculo con un lugar que siempre tiene algo especial por ofrecer..